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Lanzan una ‘vacuna vegetal’ que fortalece el sistema inmune de los cultivos y reduce el uso de agroquímicos

 

La firma japonesa SummitAgro, que hasta ahora atendía sobre todo el mercado de productos fitosanitarios, decidió subirse a la ola de los productos biológicos que ya es una tendencia entre todas las compañías de insumos agrícolas. Los agroquímicos están en tela de juicio y todos buscan la salida más conveniente para reducir la dependencia de los productores a ese tipo de defensivos. Vacunar las plantas parece ser un camino.

“Hay un cambio de paradigma en la manera de producir y está orientando hacia el uso de productos más inocuos. Existe un cuestionamiento social muy fuerte que nos somete pero a la vez resulta un desafío seguir aumentando la producción de alimentos sin productos que no sean tan inocuos. Así que ‘Howler’, que es un producto biológico no vivo, permite reducir las aplicaciones de funguicidas porque aumenta el sistema inmune de las plantas y la incidencia de enfermedades termina siendo menor”, describió Carolina Martino, ejecutiva de SummitAgro.

La empresa obtuvo la licencia de este ISDV (Inductor del Sistema de Defensa Vegetal), que fue identificado en el año 1994 por el doctor Juan Carlos Díaz Ricci, del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (INSIBIO), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). El hallazgo se produjo cuando trabajan con la frutilla y le buscaban la vuelta para disminuir el impacto de la antracnosis, un hongo que causaba importantes mermas en la producción tucumana. Para el año 1995 y 1996 la superficie con frutilla había disminuido a la mitad por este hongo voraz.

Los científicos empezaron a probar aislando distintas cepas, las virulentas y las avirulentas, que son aquellas que enferman pero no provocan sintomatología. Y descubrieron que al inocular plantas con cepas avirulentas estas se volvían más resistentes a la posterior exposición con las virulentas. Y esto era debido a la acción de una proteína que poseían las avirulentas, especificamente el hongo Acremonium Strictum SS71.

El resultado fue que aislando esta proteína estaban frente a una potente ‘vacuna vegetal’, que a partir de esta campaña comercializará SummitAgro ya incluso desde esta siembra de trigo. “Es fundamental la asociación de lo público y lo privado para que la inmediata adopción sea posible”, dijo Atilio Castagnaro, investigador del Conicet.

Este producto biológico estará disponible para trigo, cebada, soja y frutilla, claro. Se aplica con cualquier pulverizadora de mercado en determinados estados de crecimiento de los cultivos. Para trigo aconsejan entre Z3.7 y Z3.9, y en soja entre R1 y R5, según el ciclo de madurez de cada genotipo. Puede aplicarse acompañado con un funguicida o solo.

“Los cultivos de fina enfrentan una gran presión de ciertas enfermedades, como roya amarilla. Y los funguicidas han perdido poder de acción, sobre todo gran parte de triazoles y estrobirulinas que están controlando poco algunos tipos de manchas. En cebada la ramularia puede hacer estragos, sobre todo si llueve mucho en agosto y septiembre”, dijo el especialista Jorge Gonzalez Montaner, del CREA Mar y Sierras.

“El mejor escenario para este producto resulta cuando las royas o manchas no afectan fuertemente y no hay grandes precipitaciones. Con 6 dólares por hectárea se pueden ganar de 300 a 350 kilos/ha en soja, una rentabilidad interesantísima”, contó González Montaner.

“Y en fina, cuando la roya es lineal y fuerte en el macollaje, yo no lo haría jugar. Pero cuando no es tan así y hay zonas con buen comportamiento sanitario. Con los 6 dólares de costo te podés llevar respuestas de 300 a 800 kilos más. 5 quintales pueden ser de 60 a 70 dólares por hactárea más a cosecha, algo realmente muy interesante”, informó el técnico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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