El nuevo esquema de retenciones móviles y la quita de reintegros a las exportaciones son dos fuertes golpes para las expectativas a futuro y la rentabilidad de los productores de economías regionales que ahora sufrirán una mayor presión tributaria.

A fines de agosto le manifestamos al ministro Luis Miguel Etchevehere que ambas medidas son contraproducentes con el objetivo de recuperar mercados, ser más competitivos y, sobre todas las cosas, generar empleo genuino y arraigo en el interior.

Las PyMES somos los principales generadores de trabajo a pesar de contar con impuestos que son asfixiantes. Por eso hacemos hincapié en la necesidad de tomar medidas acordes a la importancia que tenemos en términos económicos y sociales.

La mayoría de los complejos productivos atraviesan graves problemas vinculados a la elevada presión tributaria, las altas tasas de interés que encarecen el financiamiento, la suba de costos internos, los bajos precios y el aumento de la energía. Si a este escenario le sumamos las retenciones móviles recién anunciadas de entre un 7,5 y un 10% para las economías regionales y la quita de reintegros, entonces queda claro que los números para los productores no cierran.

A partir de ahora productos tales como la miel, las hortalizas (papa y cebolla), el arroz, las legumbres (arveja, garbanzo y porotos), las aceitunas y las frutas (cítricos, uvas, manzanas, peras y frutillas) pagarán 4 pesos por cada dólar exportado. Otros productos estarán alcanzados por una menor retención de 3 pesos por dólar enviado al exterior. Entre estos se cuentan los jugos de frutas, la yerba mate, el aceite de oliva, los vinos, los lácteos y las carnes vacuna porcina y avícola, entre otros.

Un estudio de Economías Regionales de la CAME estima el impacto de las retenciones móviles sobre el sector de cara a 2019: por exportaciones de leche en polvo se pagará 220 millones de dólares, mientras que la vitivinicultura abonará unos 52 millones de dólares. La medida también tendrá un fuerte impacto sobre el maní que tributará u$s 50 millones; los cítricos (USD 39 millones), las legumbres (USD 29 millones), la fruta de pepita (USD 20 millones), las aceitunas (USD 13 millones) y la miel (USD 11 millones).

Está claro que un dólar que oscile en torno a los 40 pesos deja en una situación favorable a la exportación. El problema es que muchos productores vendieron con un dólar a 20 pesos y ahora enfrentan costos de la nueva campaña al doble de ese de valor. La suba del dólar trajo un aumento significativo en el precio de los combustibles que son el principal insumo de las economías regionales. Es primordial que los sectores exportadores trasladen las ganancias de la devaluación a los productores.

La baja de un 50% en promedio de los reintegros a las exportaciones generará un ahorro fiscal de alrededor de 202 millones de dólares. Estos son recursos que estaban en poder de los complejos productivos y que ahora pasaron directamente al Estado.

Estamos preocupados por la brecha de precios que existe entre lo que pagan los consumidores y lo que reciben los productores. El último informe de agosto de CAME muestra que la participación del productor en la cadena de valor cayó al 21,2%.

Somos conscientes de la magnitud de la crisis económica y estamos dispuestos a poner el hombro para superar las dificultades. Sabemos que la salida hacia el desarrollo pleno de la producción requiere inevitablemente de un camino minado de complejidades.

Encontramos en este gobierno canales de diálogo abiertos para encontrar soluciones. Pero hay que entender que el único camino viable es aumentar la producción y las exportaciones con las economías regionales como pilares de la recuperación.