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Basta de atacar a los impuestos

 

En Argentina cada vez que hay una crisis, sea pequeña o trascendental, los únicos culpables y a su vez salvadores son los IMPUESTOS, entonces comienza un desfile de propuestas para agregar nuevos impuestos y/o aumentar los existentes, siempre con el objetivo de mantener y seguir aumentando el desmedido gasto público. Pasan los años, hasta que hay una nueva crisis, y otra vez aumentan los impuestos, y con ellos todos los bienes y servicios, impactando finalmente en el bolsillo de los ciudadanos.

Muchos son los ejemplos que podríamos citar, el impuesto sobre los Débitos y/o créditos bancarios, más conocido como "impuesto al cheque" entró en vigencia en medio de la crisis del año 2001 por un lapso de 2 años, y tras varias prórrogas hoy por hoy sigue vigente. Otro caso conocido es el Impuesto al Valor Agregado (IVA) creado en 1975 reemplazando al impuesto sobre las ventas y al impuesto sobre las ventas provinciales con una alícuota de 13%, luego se volvió a gravar las ventas a nivel provincial (actual IIBB), y no sólo que no se eliminó el IVA, sino que su alícuota pasó a ser del 18%. En 1995 aumentó al 21% de forma transitoria por el plazo de un año, sin embargo, esta alícuota luego de más de 20 años sigue vigente.

En la actualidad, Argentina no tiene más capacidad para agregar nuevos impuestos, ni aumentar los existentes, llegamos al tope de presión fiscal. Hay impuestos nacionales, provinciales, y municipales. Sin estar satisfecho con esto, tenemos regímenes de retención nacionales, provinciales, y municipales, que cobran por anticipado una parte de los impuestos (muchas provincias cobran el 100% del impuesto y otras hasta el 150% a través de estos regímenes).

Algunos economistas justifican que la elevada presión tributaria de Argentina se debe a la gran evasión que existe en el país, y a la incapacidad de los organismos de contralor para reducirla. No obstante, se destinan muchos recursos públicos para desarrollar las tareas de control siendo el país con mayor cantidad de inspecciones en la región, lo que incrementa los costos administrativos de las empresas y del estado.

Mi pregunta para el sector político es: ¿alguna vez pensaron en dejar de atacar a los impuestos, y revisar el despilfarro que se lleva adelante con el gasto público?

En los últimos 30 años el gasto público aumentó del 22% al 42,2% del PBI y nos transformamos en el país latinoamericano con mayor presión fiscal, y el segundo país en el mundo -por debajo de Isla de Comoros- con la mayor tasa total de impuestos y contribuciones que deben pagar las empresas (según un estudio de PWC). La relación que existe entre estos 3 datos es que los impuestos existen por el mero hecho de que existe el gasto público, por lo que la única forma de que disminuyan los impuestos, es que paralelamente baje el gasto público.

¿No sería mejor atacar al gasto público, tratar de reducir y disminuir los gastos del estado, reestructurar la burocracia estatal de forma eficiente para reducir los recursos, etc., en vez de crear nuevos impuestos y aumentar los vigentes? Si se reduce el gasto público, los impuestos podrán disminuir sin tener efectos nocivos para el estado, generarían un menor cargo para las empresas y para las personas quienes a su vez verían reflejado un aumento del poder adquisitivo y podrían consumir más bienes y servicios, lo cual impulsaría y reactivaría la industria, y por consiguiente la actividad económica del país.

Es muy necesario que comprendan que las empresas y los emprendedores deben tener menor presión fiscal, menor burocracia administrativa y mayor acceso a créditos para poder llevar a cabo sus emprendimientos, dar trabajo al resto de la sociedad, y que se desarrolle el sector productivo industrial. Es la dirección que están llevando a cabo la mayoría de los países que proyectan crecimientos en el tiempo y con administraciones ordenadas, por ejemplo Alemania busca lograr el "pleno empleo" a través de medidas como la baja de impuestos; Estados Unidos junto con otros 7 países han rebajado los impuestos que cobran a las empresas para lograr mayor productividad; Hungría beneficia a las empresas que tengan actividad en su país con la tasa de impuestos más baja de la Unión Europea del 9% (luego de la aplicación de esta medida la recaudación aumentó). 

En el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se desatacó el estancamiento de las inversiones, la carencia en las infraestructuras y la escasa productividad del país, lo que da lugar a un PBI per cápita muy por debajo de los principales países de la región. Adicionalmente, recomendó "reducir la carga regulatoria, disminuyendo las barreras al comercio y el emprendimiento y aumentar la eficacia del sistema tributario". En este ítem, se posó sobre los "impuestos provinciales y los impuestos sobre transacciones financieras", que tienen un "efecto distorsionador", haciendo referencia a Ingresos Brutos y al Impuesto al Cheque.

Hasta ahora siempre hemos apuntado la mira a los impuestos y no nos fue bien, por qué no probamos con asociarnos a los impuestos, reducirlos, hacerlos más atractivos, y vemos como nos va.

(*) Socio De Luca & Asociados

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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