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La Argentina es uno de los tres países menos competitivos del mundo: sólo supera a Venezuela y Mongolia

 

Según el Ranking Mundial de Competitividad elaborado por la consultora IMD, el país se ubicó en el puesto 61 de 63. Cayó cinco lugares respecto del cierre del año pasado. Los factores que se observan son: performance económica, eficiencia gubernamental y para hacer negocios, e infraestructura. Singapur, el más competitivo.

La Argentina se ubicó en tercer lugar entre los países menos competitivos del mundo, junto a Venezuela y Mongolia, de acuerdo al Ranking Mundial de Competitividad elaborado por la consultora IMD. Cayó cinco lugares respecto del cierre del año pasado y se ubicó en el puesto 61.

"A los países latinoamericanos les sigue yendo mal en el ranking. Venezuela se consolidó en el último lugar de la clasificación por un año más debido a que continúa la crisis política y económica. El país mejor clasificado de esta región, Chile, sufrió la mayor caída de este año (cayó 7 puntos, a 42), mientras que Brasil y Argentina también se ubicaron entre los cinco menos competitivos", dice el comunicado de prensa.

En el capítulo referido especialmente a la Argentina, el estudio remarca como las principales debilidades el crecimiento de la economía, la inflación, la evolución de las exportaciones, el balance de la cuenta corriente, la estabilidad cambiaria, el costo del capital, los subsidios, las regulaciones laborales, los incentivos a la inversión, el sistema jubilatorio, los impuestos, el crédito y las deficiencias en infraestructura de educación, energía y tecnología de las comunicaciones, entre otros factores.

Brasil se ubicó en el puesto más bajo entre los 63 países estudiados por el costo del crédito, lo que lo convierte en el país más caro para las empresas que piden préstamos y para las habilidades lingüísticas.

Singapur, el país más competitivo

En tanto, Singapur alcanzó la primera posición del ranking y logró derrocar a los Estados Unidos como la "economía más competitiva del mundo". El ascenso de Singapur a la cima fue impulsado por su avanzada infraestructura tecnológica, la disponibilidad de mano de obra calificada, las leyes de inmigración favorables y las facilidades para establecer nuevas empresas.

Hong Kong, por su parte, se mantuvo en el segundo lugar, ayudada por un entorno benigno de política fiscal y comercial y la facilidad de acceso a la financiación empresarial.

"El impulso inicial a la confianza por la primera ola de políticas fiscales del presidente Donald Trump parece haberse desvanecido", explicó el informe del ranking. "Mientras seguía marcando el ritmo a nivel mundial para los niveles de infraestructura y rendimiento económico, la competitividad de la economía más grande del mundo se vio afectada por los mayores precios del combustible, las exportaciones de alta tecnología más débiles y las fluctuaciones en el valor del dólar", agregó.

 El ranking toma en cuenta una amplia gama de estadísticas ‘duras’ como el desempleo, el PIB y el gasto gubernamental en salud y educación, así como datos ‘blandos’ de una Encuesta de Opinión Ejecutiva, que cubren temas como la cohesión social, la globalización y la corrupción

Según afirmó Arturo Bris, profesor de IMD y director del Centro de Competitividad Mundial de IMD, "en un año de alta incertidumbre en los mercados globales debido a los rápidos cambios en el panorama político internacional, así como a las relaciones comerciales, la calidad de las instituciones parece ser el elemento unificador para aumentar la prosperidad". "Un marco institucional sólido proporciona la estabilidad para que las empresas inviertan e innoven, asegurando una mejor calidad de vida para los ciudadanos", sostuvo.

Los economistas consideran que la competitividad es vital para la salud a largo plazo de la economía de un país, ya que empodera a las empresas para lograr un crecimiento sostenible, generar empleos y, en última instancia, mejorar el bienestar de los ciudadanos.

Los rankings de competitividad mundial de IMD, establecidos en 1989, incorporan 235 indicadores de cada una de las 63 economías clasificadas. El ranking toma en cuenta una amplia gama de estadísticas "duras" como el desempleo, el PIB y el gasto gubernamental en salud y educación, así como datos "blandos" de una Encuesta de Opinión Ejecutiva, que cubren temas como la cohesión social, la globalización y la corrupción.

Suiza subió del quinto al cuarto lugar, ayudado por el crecimiento económico, la estabilidad del franco suizo y la infraestructura de alta calidad. La economía alpina se clasificó entre las mejores en educación universitaria y de gestión, servicios de salud y calidad de vida.

 Singapur alcanzó la primera posición del ranking y logró derrocar a los Estados Unidos. Su ascenso fue impulsado por su avanzada infraestructura tecnológica, la disponibilidad de mano de obra calificada, las leyes de inmigración favorables y las facilidades para establecer nuevas empresas

Los efectos del alza en los precios del combustible influyeron en el ranking, y la inflación redujo la competitividad en algunos países. Los ingresos comerciales más sólidos ayudaron a los productores de petróleo y gas, como el escalador más grande de este año, Arabia Saudita, que saltó 13 lugares hasta el 26, y Qatar, que entró en el top 10 por primera vez desde 2013. Los Emiratos Árabes Unidos, que ocupó el puesto número 15 en 2016, ingresaron entre los cinco primeros por primera vez. Este país ocupa ahora el primer lugar mundial en eficiencia empresarial.

Venezuela permanece anclada al final del ranking, afectada por la inflación, el acceso deficiente al crédito y una economía débil. La economía sudamericana ocupa el puesto más bajo en tres de los cuatro principales grupos de criterios: desempeño económico, eficiencia del gobierno e infraestructura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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