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Retenciones y dólar: el impacto del nuevo escenario en las economías regionales

 

El mapa de las producciones locales es heterogéneo, pero los problemas de competitividad y de falta de crédito se repiten en diferentes latitudes; cómo ven el nuevo escenario

CÓRDOBA.- Las economías regionales son el claro ejemplo de que en la Argentina cuando un factor se acomoda otros se desajustan. Desde hace tiempo, estos sectores venían reclamando, entre otras cuestiones, por el atraso del tipo de cambio. Ahora, cuando en lo que va del año el valor del dólar aumentó más de un 100%, la mayoría de los referentes subrayan que este movimiento brusco los perjudica más de lo que los beneficia, porque buena parte de sus costos están dolarizados, porque subsisten los problemas estructurales y porque las industrias exportadoras no coparticipan con los productores las mejoras que obtienen por el nuevo tipo de cambio.

El mapa de las economías regionales es muy heterogéneo. Hay producciones, como la porcina o la ovina, íntegramente volcadas al mercado interno. Son las que peor escenario atraviesan; tienen insumos dolarizados y sufren una caída en la demanda. A las economías que apuntan mayoritariamente al mercado externo la devaluación les mejoró claramente los márgenes, aun con el alza de los costos internos. En este grupo están, por ejemplo, el arroz y los limones.

En el medio hay casos como los de los productores de uvas y de manzanas y peras. Son proveedores de sectores exportadores, pero los precios que perciben tienen una brecha cada vez más amplia con el que paga el consumidor. Al contexto hay que sumarle la imposición de retenciones o derechos de exportación y la rebaja de los reintegros. Las economías regionales representan alrededor del 9% de las exportaciones.

Yerbateros, a la espera de definir nuevos precios

Un trabajo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) estimó las retenciones para los complejos agroindustriales en un nivel de 7,5% (el cálculo se hizo sobre la base de un dólar a $40 y del pago de $3 por cada dólar exportado) y ponderó los reintegros en 2%, en función del análisis de 7000 posiciones arancelarias (el mes pasado el Gobierno decidió reducir los porcentajes de devolución de impuestos por exportaciones). El impacto real ponderado es de 5,5% de contribución al Estado. Así, si el año pasado hubiera existido este esquema y, según comenta Pablo Vernengo, director ejecutivo de la CAME, el efecto de ambos ítems habría sido de US$281 millones sobre exportaciones por US$5127 millones. El impacto estimado para 2018 es de US$341 millones sobre operaciones por US$6200 millones. Y la proyección para 2019 es una carga de US$385 millones con ventas al exterior por US$7000 millones. Los cálculos no tienen en cuenta granos ni oleaginosas ni sus derivados.

Sobre la base de lo exportado en 2017, el sector vitivinícola aportaría US$52 millones ($3 por dólar); el del maní, US$50 millones ($3 por dólar); el citrícola, US$39 millones ($4 por dólar), y el de legumbres, US$29 millones. La fruta de pepita, US$20 millones; la miel, US$11 millones, y el segmento olivícola resignaría US$13 millones ($4 por dólar en el caso de la aceituna y $3 en el del aceite).

Costos internos en alza

Alejandro Lamacchia, presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Productores Porcinos de Buenos Aires y director de Economías Regionales de la CAME, plantea que el sector viene complicado desde hace varios meses, con una caída "fuerte" de criaderos. "El cereal, que se paga en dólares, implica el 70% del costo del animal. A la devaluación hay que agregarle la suba de precios que se deriva de la sequía más grave de los últimos 43 años. Antes de los últimos descalabros, ya el kilo se vendía a $5 menos del costo". El precio de la tonelada de maíz pasó en una semana de $4500 a $6500 y el del expeller de soja, de $7000 a $9000.

Producción porcina, con mayores costos

En febrero de este año, el Gobierno modificó el régimen de IVA para las carnes de cerdo y ahora los productores originan saldos a favor del contribuyente "que se suman a la pérdida que venimos arrastrando". También se reclama por las importaciones: Lamacchia subraya que no hay problemas con el ingreso de carne "siempre que sea en las mismas condiciones de producción que en la Argentina y no en las condiciones de países que permiten el uso de motivadores de crecimiento que acá están prohibidos, o de cortes congelados que no se venden como tales ni se etiquetan de manera pertinente, explicando al consumidor que son importados y descongelados". Y describe: "En 2017 hubo cierres de criaderos chicos y medianos y este año eso alcanza a los de 350 madres (unos 4000 animales). La situación es insostenible, no hay un plan; no sabemos qué va a pasar mañana".

El productor ganadero y frutihortícola del sur de Río Negro Daniel González admite que el tipo de cambio alto "ayuda a ser más competitivos". Pero puntualiza que el problema son las retenciones y la baja de reintegros. En el caso de frutas y jugos, implican una caída del precio de venta de 16% en dólares. "Además, hay un aumento importante de los costos por los combustibles -en la zona se encarecieron un 15% en dos días-, tarifas y agroinsumos dolarizados".

En las viñas, quejas por la concentración

En Chubut, la producción de frutas finas (arándanos, frambuesas, moras, grosellas y frutillas) está en manos de pequeños productores que, para evitar pérdidas, le agregan valor y la comercializan en la zona cordillerana para bajar costos logísticos. Luis Jara, presidente de la Asociación de Productores Agrícolas de Lago Puelo, espera que la reactivación del turismo interno compense la caída del consumo local. "Los insumos para riego son dolarizados; el resto es mucha mano de obra y tiempo", explica.

Jara señala que en la zona sufren lo que denomina "embates inmobiliarios", con terrenos que cada vez se subdividen más para la venta. "Los gobiernos locales no impulsan este tipo de emprendimientos productivos porque están más pendientes del petróleo", agrega.

El economista José Simonella, presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba, afirma que los sectores que venían exportando "claramente saldrán beneficiados, igual que el turismo receptivo", pero advierte que los productores de materias primas "no necesariamente mejorarán en igual medida que quienes las industrializan y exportan".

El este mendocino genera el 80% del total de vinos del país. Hay allí radicados unos 20.000 productores y atraviesan una situación "muy compleja, igual que los del resto del país", dice Gabriela Lizana de la Asociación de Productores de Uvas. El principal problema, explica, es que hay dos formadores de precios (para vinos de categoría intermedia y en caja) que "fijan precios y condiciones y los cambian unilateralmente".

Frutas finas, con posibilidades en el exterior

El diputado radical Ricardo Mansur impulsó una iniciativa -todavía no aprobada- para que los contratos sean por escrito. "Nos perjudica mucho el cambio de condiciones, el 40% de nuestros insumos están dolarizados y la forma en que cobramos es malísima; estamos sometidos a conductas desleales", añade Lizana. Este año estuvieron entre 20% y 40% por debajo de 2017 y las liquidaciones son en plazos que van de los seis meses al año. "La industria vitivinícola no derrama", dice.

La yerba es el sostén de la economía misionera junto a la madera y el té. Hacia fin de mes los productores renegociarán el precio de la hoja verde. Hoy cobran $7,02 por kilo. "Debemos presentar los costos, pero ahora es muy difícil porque no hay nada claro. La reparación de secaderos y el mantenimiento están dolarizados; veremos si en unos días se aclara el panorama", define Luis Mancini, de la Cooperativa Agropecuaria Yapeyú.

El dirigente agrega que "estamos huérfanos de bancos". Igual diagnóstico trazan Lizana y Lamacchia, que lamentan que el crédito sea "imposible". Girar en descubierto, con acuerdo, cuesta 60% y hasta 90%. "Agobiante", repiten.

El norte, al oeste y al este

La Argentina exporta entre 95% y 98% de las legumbres que produce; en Salta se hacen 250.000 hectáreas de poroto; en Jujuy, 30.000; en Tucumán, 45.000 y en Santiago del Estero, 60.000. Además, los salteños tienen unas 50.000 hectáreas de garbanzos, unas 5000 más que los cordobeses. El retraso del tipo de cambio complicó a los productores en los últimos años. Ahora, cuando ese factor se superó, son los precios internacionales los que no acompañan. La tonelada de poroto blanco cayó a la mitad en un año (de US$1200 a US$600).

Natalio Iglesias, vicepresidente de la Asociación de Productores de Legumbres del NOA (miembro de CAME), indica que, además, "hay inflación en dólares por los químicos, fertilizantes, arriendos y combustibles. Devaluación mediante, estamos casi parejos". La falta de escala implica, también, mayores costos. Salta produce 500.000 toneladas anuales de porotos; una hectárea promedio en el noroeste rinde entre 800 y 1000 kilos mientras que en Brasil es el doble.

Arroz, con problemas para financiarse

"La diferencia está en la capacidad de inversión y en la escala; con las retenciones se quitan chances de reinvertir y a eso se le suma la baja de los reintegros". En el norte hay unos 400 productores con una docena de empleados cada uno.

Simonella ratifica que los altos costos financieros son un problema serio que "si no se soluciona en breve será urgente". Plantea que los plazos de exportación son más largos y un costo de capital de trabajo arriba del 70% es "insostenible para mantener o incrementar" la capacidad productiva. "Hace falta un plan integral que no solo ataque lo monetario, que es importante, sino que atienda la economía real que sufrirá mayores costos, erosión de salarios y, por lo tanto, baja del consumo".

En Entre Ríos y Corrientes, en tanto, se produce el 90% del arroz del país (1,2 millones de toneladas). Se exporta el 60% (tanto industrializado como con cáscara). La producción cayó alrededor de 30% en la última década y, aunque se mantuvo la superficie sembrada, se avanzó en la concentración de productores. Daniel Filigoi, de la Asociación de Plantadores de Arroz de Corrientes, sostiene que hay mejores expectativas y ganancia de competitividad pero "no tanta como se podría suponer, ya que muchos de nuestros costos son en dólares y los otros están expuestos a la inflación local".

"Esta vez 'caímos' todos en las retenciones; es un golpe pero todavía no compromete la capacidad de exportación; para sembrar necesitamos un capital de trabajo de US$1500 por hectárea y hoy es impensable conseguirlos -agrega Filigoi-. Ojalá se tome conciencia de que no hay que usar el dólar como ancla de la inflación y de que la Argentina debe resolver el problema de la balanza comercial".

Situaciones dispares

La posibilidad de ganar mercados, la suba de costos, las altas tasas de interés y la definición de precios, en la agenda de los productores

Producción porcina, con mayores costos

Los productores de cerdos reclaman desde hace meses por el costo de los cereales para la alimentación, dado el impacto que tuvieron factores como la sequía y la devaluación. La recuperación del IVA inversión, dicen, llega "con mucha demora".

Frutas finas, con posibilidades en el exterior

Las góndolas de Estados Unidos son una oportunidad para las frutas finas argentinas. Los arándanos son las más importantes en términos económicos, pero otras variedades también ayudarían al desarrollo local en zonas de la provincia de Chubut.

En las viñas, quejas por la concentración

En Mendoza, los viñateros reclamaron que el presidente Mauricio Macri debería haberse reunido con ellos; pretendían plantearles los problemas de precio que atraviesan por la concentración de la industria Además, señalan que el 40% de los insumos está dolarizado

Yerbateros, a la espera de definir nuevos precios

La exportación de yerba mate en el primer semestre fue la mejor en los últimos cinco años; las operaciones podrían llegar a 40 millones de kilos en todo el año. En unas semanas se negocian nuevos precios y ahora los productores esperan que se aclare el panorama de costos

Arroz, con problemas para financiarse

En el caso del arroz las ventas al exterior cayeron en promedio un 40% en el inicio del año; los productores reclaman por las altas tasas de interés que les impiden financiar el capital de trabajo para preparar la tierra, uno de los factores que les resta competitividad

 

 

 

 

 

 

FUENTE: Por: Gabriela Origlia

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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